Yo vengo de una tierra con un nombre,
yo vengo de ese norte que es mi tierra,
allí donde los robles se confunden,
en montes con encinas y palmeras.
En ella merodean los pastores,
llevando por los puertos sus ovejas,
las vacas, los caballos y los jatos
buscando el pastizal de la pradera.
Yo vengo con salitres y con algas,
y cantos recogidos de sirenas,
en ellos se recojen los recuerdos
de puertos de marinos y de pueblas.
Las Pueblas son las Villas del pasado,
allí donde la historia dejó huella,
las piedras y murallas levantadas
por manos sudorosas, hoy ya quietas.
Yo vengo de una tierra diferente,
de un norte que no sabe de fronteras,
un pueblo levantado en Covadonga
marcando en aquel acto su leyenda.
Un pueblo que es rebelde y diferente,
que lucha por amor y que pelea,
buscando eterna gloria con su nombre
marchando sin temor hacia la guerra.
Yo vengo de ese norte que relato
y traigo en mi caballo una bandera,
la misma no distingue de naciones
de bandos y señores de su aldea.
El norte es esa estrella rutilante,
la misma que en el cielo se refleja,
aquella transmitida hasta mi pecho,
por padres, por abuelos y poetas.
Yo vengo con el alma desnudada,
las manos, por la tierra, están resecas,
no traigo capitales ni dineros
tan sólo mis cuartillas y mis letras.
En ellas yo proclamo que soy libre,
que marcho sin grilletes y cadenas,
luchando por aquello que es mi norte,
la vida recibida por herencia.
Yo vengo de mi tierra para darte
lo poco que me queda de mis fuerzas,
y traigo entre las mismas un presente,
un beso que te ofrezco sin reservas.
Un beso con el polvo del camino,
un beso con el mar y la marea,
un beso que te diga que te amo
y lleve hasta tu lado lo que encierra.
Yo vengo de una tierra con un nombre
y vengo hasta la misma a conocerla,
queriendo descubrir sus corazones,
los hombres tan sufridos de la gleba.
Yo quiero comprender eso que sienten
y quiero yo pensar eso que piensan,
queriendo dormir pronto entre tus sueños
mezclados con mis olas y mi arena.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/01/09
yo vengo de ese norte que es mi tierra,
allí donde los robles se confunden,
en montes con encinas y palmeras.
En ella merodean los pastores,
llevando por los puertos sus ovejas,
las vacas, los caballos y los jatos
buscando el pastizal de la pradera.
Yo vengo con salitres y con algas,
y cantos recogidos de sirenas,
en ellos se recojen los recuerdos
de puertos de marinos y de pueblas.
Las Pueblas son las Villas del pasado,
allí donde la historia dejó huella,
las piedras y murallas levantadas
por manos sudorosas, hoy ya quietas.
Yo vengo de una tierra diferente,
de un norte que no sabe de fronteras,
un pueblo levantado en Covadonga
marcando en aquel acto su leyenda.
Un pueblo que es rebelde y diferente,
que lucha por amor y que pelea,
buscando eterna gloria con su nombre
marchando sin temor hacia la guerra.
Yo vengo de ese norte que relato
y traigo en mi caballo una bandera,
la misma no distingue de naciones
de bandos y señores de su aldea.
El norte es esa estrella rutilante,
la misma que en el cielo se refleja,
aquella transmitida hasta mi pecho,
por padres, por abuelos y poetas.
Yo vengo con el alma desnudada,
las manos, por la tierra, están resecas,
no traigo capitales ni dineros
tan sólo mis cuartillas y mis letras.
En ellas yo proclamo que soy libre,
que marcho sin grilletes y cadenas,
luchando por aquello que es mi norte,
la vida recibida por herencia.
Yo vengo de mi tierra para darte
lo poco que me queda de mis fuerzas,
y traigo entre las mismas un presente,
un beso que te ofrezco sin reservas.
Un beso con el polvo del camino,
un beso con el mar y la marea,
un beso que te diga que te amo
y lleve hasta tu lado lo que encierra.
Yo vengo de una tierra con un nombre
y vengo hasta la misma a conocerla,
queriendo descubrir sus corazones,
los hombres tan sufridos de la gleba.
Yo quiero comprender eso que sienten
y quiero yo pensar eso que piensan,
queriendo dormir pronto entre tus sueños
mezclados con mis olas y mi arena.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/01/09