sábado, 20 de diciembre de 2008

ESCRIBIR SI ME GUSTA, LO CONFIESO...


Escribir si me gusta, lo confieso,
y charlar sobre escritos y trabajos
de poetas y autores, que publican,
ó quizás de las obras que dejaron.

He sentido vergüenza, muchas veces,
de mostrar estas letras de que hablo,
y también de enseñar mi poesía
y los cuentos, las cartas y relatos.

He hablado del tema en otro tiempo
con amigos que escriben otro tanto,
unos muestran y pulen su escritura,
otros hacen escritos a destajo.

Al final he sacado conclusiones
y ahora piensa el lector no apasionado,
el que busca en el fondo de las letras
el mensaje dejado por las manos.

Todo hombre, yo creo, es un artista,
un poeta, escritor ó un simple bardo,
necesita tan sólo de un aliento,
del nordeste que llega hasta los barcos.

...¿No has sentido lector, que ahora me sigues,
transformar lo que sientes en encanto?
¿No has pensado que tienes en tu alma
esos juncos y mimbres necesarios?...

Analiza tu vida, día a día
y verás que la misma es un rosario,
es un drama de múltiples colores
ó un jardín con sus flores de alabastro.

Sin embargo lector, y amigo mío,
yo te animo a dejar tu comentario,
a que narres sucesos de la vida,
a que dejes los versos que has formado.

A que vengan tus letras al cuaderno,
en la prosa valiente, sin reparo,
y no temas la crítica de nadie
ni tampoco ese juicio de unos labios.

Aquí somos amigos y lectores,
escritores un tanto fracasados,
que guardamos quizás, nuestros suspiros,
y esos cientos de versos y retratos.

Porque al fin la escritura sólo es eso,
retratar con las letras, este cuadro,
a la vida y latidos contenidos,
en trabajos y escritos, que plasmamos.

Rafael Sánchez Ortega ©
20/12/08

¿QUÉ ES LA LECTURA?


¿Qué es para ti la lectura?
es la pregunta que surge,
en tantos pechos inquietos,
en tantas almas ilustres.

Yo sé muy bien lo que leo,
entre las sombras y luces,
de aquella infancia lejana
y estos otoños con nubes.

Leía cuentos de Hadas
y Caballeros Azules,
con Julio Verne en la luna
y con Salgari en sus buques.

Soñé con viejos piratas,
viajé por mil latitudes
y me encontré un buen día
con aquel Bécquer tan dulce.

El soñador y poeta
el que se hacía mil cruces,
y nos llevaba consigo
por esos meses de octubre.

Luego leí a Dostoyenski
con su tristeza y su mugre,
surgía, sí, de la niebla
entre la estepa y la lumbre.

Había tanto misterio
tantos sucesos impunes,
que me dejó su nostalgia
del jugador y el embuste.

Este rosario es muy largo,
con tanto autor en la cumbre,
con tanta pluma señera,
con tanto verso y perfume.

Por eso digo que leo
y que leí desde el túnel,
desde la infancia que evoco,
hasta estos versos que surgen.

Rafael Sánchez Ortega ©
19/12/08